Muchos latinos añoran tener un sueldo más alto para poder “vivir bien”. “Si solo tuviera $1,000 al mes más, ya no tendría problemas…” es una frase que oigo frecuentemente alrededor del país. Lo único que cambia es la cantidad de dinero; para algunos $100 a la semana es suficiente para costear las necesidades que les faltan; para otros, el “déficit” presupuestario supera los $20,000 al mes.
En realidad, las personas en general — no solo los latinos — no somos muy buenos en imaginar cuánto más necesitamos para vivir bien por varios motivos:
Primero, los ingresos son relativos.
Una familia que gana $1,000 mensuales vería un incremento de $1,000 al mes como algo excepcional porque duplicaría su poder adquisitivo. Esto tendría un impacto formidable en la calidad de vida de la familia. Pero para una familia que gana $20,000 mensuales, el mismo incremento de $1,000 no serviría de mucho.
Segundo, es una meta que cambia.
La tendencia del ser humano es siempre estar inconforme con su entorno. Vamos a suponer que la familia del primer ejemplo, que gana $1,000 mensuales, tiene un cambio radical en su vida y en poco tiempo está ganando $10,000 al mes. Al inicio, sería como un sueño porque el poder adquisitivo se multiplicaría por 10. Pero, ¿qué pasaría después de unos años? La familia se acostumbra a vivir con $10,000 al mes. La ropa, los viajes, los autos, la comida, la casa y el estilo de vida se ajusta al ingreso. Después de acostumbrarse, se vuelven inconformes y quieren un auto más lujoso o una casa más grande — a la larga, quieren un estilo de vida que cuesta $20,000 al mes.
Tercero, es difícil presupuestar para un nivel de vida que no conocemos.
Cuando nos ponemos a soñar acerca de cómo sería vivir con mayores ingresos, por lo general no calculamos bien todos los gastos adicionales que conlleva un ingreso mayor. No puedes pensar en ganar $20,000 al mes y gastar como una persona que gana $1,000. Con ingresos mayores, tienes que pagar un porcentaje más alto de tus ingresos en impuestos.
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